LA PLAYA INTERMINABLE
Buenos días estimados lectores. Los que amamos las playas agrestes, las largas caminatas, el espacio abierto entre el cielo y el mar, hace tiempo que estamos en problemas. Treinta años atrás descubrimos Mar Azul, pero en poco tiempo, tuvimos que emigrar hacia Mar de las Pampas. Y unos años después, otra vez el éxodo sin rumbo fijo.
Pinamar, como un pulpo extendía sus tentáculos hacía diestra y siniestra, con sus discotecas, sus paradores, su ruido, sus construcciones y sus mareas de visitantes. Y entonces, un día, en 2003, descubrimos Mar de Cobo. Por aquellos años apenas un caserío, que desembocaba desde su avenida principal en una playa interminable.
Un verdadero paraíso, donde cada pisada sobre la arena, parecía la primera pisada. Donde los niños podían jugar y hacer castillos de arena, junto con los adultos. Mejor dicho, donde los niños veían como los adultos, hacían castillos de arena.
Esos niños hoy tienen treinta años, y jamás se olvidaron de aquellos veranos, y de las almejas que recogían en esas playas, y después almorzaban.
Mar de Cobo está muy ligado a los que hacemos Chefs 4 Estaciones. Allí fuimos muy felices. Pasamos años nuevos en fogones en la playa, cantando a la luz de la luna. Asando en estacas la pesca del día. Enseñando a nuestros niños el significado de la naturaleza. (*)
En aquel caserío mágico, con un solo bar abierto por las noches, se cruzaban en sus mesas personajes de toda calaña: un tal Norberto Aníbal Napolitano, más conocido como Pappo, que llegaba en su camioneta con un par de amigos y amigas.
Los albañiles que estaban construyendo alguna obra por la zona. Las terapistas del Hospital Interzonal General de Agudos Dr. Oscar Alende, de Mar del Plata, con sus familias, y los pocos habitantes del pueblo.
Veinte años después ha cambiado muy poco, y lo poco que ha cambiado, ha sido para bien, por eso inauguramos nuestra temporada turística con esta nota.
¿CÓMO ES MAR DE COBO?
Mar de Cobo es una localidad balnearia del partido de Mar Chiquita, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Se ubica a tan solo 6 km al sur de Mar Chiquita, ingresando por la ruta provincial N°11 km 487.
Es un lugar de gente muy amable, y mucha tranquilidad.. Las playas son grandes y bastante limpias. Ideal para caminar y andar en bicicleta. Es el lugar vacacional familiar por excelencia: sin conflictos, sin riesgos y con gran espacio para disfrutar.
Los días de viento permiten ir a la plaza central, que está llena de juegos y con baños públicos. El centro es pequeño, pero tiene de todo, con locales pintorescos. Si van de tarde noche, hay pequeños locales de cerveza artesanal, y lugares para cenar.
Su principal atractivo es una imponente arboleda (álamos, pinos, olmos, cipreses y lambercias), que alberga numerosas especies de aves. Las playas son extensas y la pesca es una actividad muy extendida en la zona.
Las calles tienen un particular trazado ya que forman semicírculos que comienzan y terminan en la avenida de acceso Manuel Cobo, que conduce al mar. Gracias a su poca contaminación lumínica, se puede apreciar de noche, un cielo único, donde resplandecen todas las estrellas y constelaciones.
Durante noviembre se desarrolla la Fiesta Nacional del Cordero Costero, que convoca gran cantidad de pobladores de zonas aledañas, y cuenta con la presencia de importantes grupos musicales.
LOS ORÍGENES
La localidad de Mar de Cobo comienza a contar su historia formal en el año 1947, cuando la Compañía General de tierras Mar de Cobo S.A., le compró a la familia Ugarteche Anchorena, un predio correspondiente a 300 hectáreas provenientes de un desprendimiento de la Estancia “San Manuel”.
Una vez procedida la división, se realizó su loteo y urbanización. Las calles poseen un particular trazado que forman semicírculos que comienzan y terminan en la avenida de acceso “Manuel Cobo”, la cual conduce al mar.
Con el fin de construir un nuevo espacio público, en enero de 2008 se inauguró la plaza Daniel Tinayre en tierras donadas por Mirtha Legrand, como legado a la memoria de su hijo.
En noviembre del 2011 se inauguró el Parador Turístico Integrador, que actualmente funciona para brindar servicios turísticos y culturales, y como nexo con la municipalidad.
Mar de Cobo es una Reserva Forestal, producto de sus majestuosas arboledas (álamos, pinos, olmos, cipreses y lambercianas), que alberga más de cien especies de aves, y forma un techo natural que transforma a la localidad, en un lugar de ensueño.
Además, se destacan los bosques de “zarza mora”, que son la tentación, de todos los que se deleitan saboreando sus exquisitos frutos. Se puede disfrutar de caminatas, paseos en bicicleta, y avistajes de aves, además del mar y sus playas.
LA PESCA EN EL MAR Y EN LA COSTA
¿CUÁL SERÁ EL FUTURO?
En enero del año pasado, el diario la Nación tituló: Mar de Cobo se convirtió en una de las playas favoritas de la costa atlántica. Y señaló, entre otras cosas:
“Ahí mismo, donde ahora hay sombrillas y gazebos armados a menos de un metro y medio de distancia entre unos y otros, hasta hace unos pocos años la arena libre abundaba, y los visitantes eran felices exploradores de playas desiertas y tranquilas, alojados en casas cercanas y modestas entre verdes con aires de campo y con opciones para hacer las compras que se contaban con los dedos de una mano”.
“Fue hasta hace poco un paraíso para los que buscaban ambientes desolados para sentirse dueños del mar. Hoy los balnearios están casi tan concurridos como uno de grandes ciudades y permiten encontrar en un mismo espacio a los que solo van por sol y mar, a pescadores con sus cañas desde la costa o escolleras y surfistas, olas adentro”.
Hará falta más de un artículo, más de un especulador inmobiliario, más de unos miles de visitantes, para acabar con tanta magia. Seguramente Cobo, resistirá todavía algún tiempo más, como la Última Frontera.
Emilio R. Moya
(*) Esta nota está dedicada a Susana, un ser de luz con quién la familia de Chefs 4 Estaciones, hilvanó muchas de las más preciadas cuentas, en el rosario de los recuerdos felices. Un día se fue de gira al universo, casi sin avisar, pero vive por siempre en nuestros corazones.
Fuentes: citadas y enlazadas en la nota
