EDITORIAL: NO HAGAN OLAS

 

EDITORIAL: NO HAGAN OLAS

 

Buen domingo estimados lectores. El domingo pasado, casi no escribí introducción y fui directo al grano. Hoy casi todo el editorial, está dedicado a la introducción.

A fuerza de repetirlas, las frases hechas al igual que los mantras, se vuelven con el tiempo entidades de naturaleza compleja.

Nunca se sabe si él que las dice, en realidad habla o está siendo hablado por ellas. En concreto hoy, me refiero al latiguillo de la historia la escriben los que ganan.

Frase que sin lugar a dudas no puede ser atribuida a ningún historiador, ni de historia, ni de nada. Porque la historia la escriben los que mejor relatan, no los que ganan.

Solón de Atenas es el ejemplo más claro para ilustrar mi punto de vista. Conocido desde la Antigüedad como el Padre de las Leyes y de la Democracia, su figura jamás se pone bajo la mirada crítica.

Todo el mundo medianamente ilustrado ha oído hablar de los Siete Sabios de Grecia ¿Alguno de Ustedes, queridos lectores, recuerda a Cleóbulo de Lindos, a Periandro de Corinto o a Quilón de Esparta?

 

Caliope, en medio de Sócrates y los Siete Sabios, Baalbeck, siglo III A.C., expuesto en el Museo Nacional de Beirut.

 

Pero a Solón y a Tales de Mileto, los recuerdan casi todos. Mileto y Atenas, no ganaron casi nada. Mileto fue reducida a cenizas por los persas y Atenas otro tanto.

Pero el resto de las polis griegas acudieron en su ayuda y lograron expulsar a los persas de la Hélade, durante las Guerras Médicas. De cuyo resultado se benefició claramente Atenas, que fue reconstruida con fondos provenientes de las otras ciudades.

 

 

Así que en el fondo, los que ganaron perdieron y esperaron unos años mordiéndose las uñas, que los atenienses se gastaran una fortuna construyendo el Partenón y la Acrópolis, hasta que se cansaron y los derrotaron en la Guerra del Peloponeso, para siempre.

 

LAS REFORMAS DE SOLÓN

 

 

Voy a tratar de ser justo y ecuánime con Solón. No le tocó una época fácil. La Atenas de ese tiempo se hallaba al borde de una guerra civil producto de graves tensiones sociales.

Estaban motivadas por la concentración de la riqueza y poder político de la ciudad en manos de unos pocos, los eupátridas, nobles terratenientes de la región del Ática.

Un grupo de ciudadanos, en la confianza de que actuaría de modo imparcial, propuso a Solón que se hiciera cargo del gobierno de la ciudad.

Los ricos consintieron porque Solón era rico y los pobres porque era honrado y así dieron carta blanca, y plenos poderes al legislador, para que reformara la constitución y las leyes de Atenas.

Según las leyes atenienses de aquella época, si alguien incumplía sus obligaciones de pago frente a su prestamista, éste podía tomar posesión del deudor y de su familia y venderlos como esclavos.

La crueldad de esta norma había llevado a los pobres a organizarse en grupos para protegerse, y rescatar a los que habían sido reducidos a la esclavitud, como consecuencia de la usura.

 

Solón señalando a los Atenienses las nuevas leyes grabadas en los muros

 

Asumió en 594 A.C. y su primera reforma fue prohibir que se usara a cualquier persona, incluso con su consentimiento, como garantía de una obligación.

Los que habían sido esclavizados fueron liberados y los que habían sido vendidos a los extranjeros regresaron a Atenas como hombres libres.

También ordenó el perdón de todas las deudas pendientes y la cancelación de las hipotecas constituidas sobre la propiedad.

Hasta aquí todo parece brillante, y absolutamente revolucionario para la época. Salvo por un pequeño detalle.

Antes de tomar estas medidas, el gran legislador “filtró” la noticia a un grupete de sus amigos comerciantes, que presurosos encargaron a los artesanos constructores de barcos, una importante cantidad de navíos comerciales.

Y todas sus deudas pendientes fueron perdonadas, ni bien se sancionaron las nuevas leyes. Dicen que todavía en el Ágora de Atenas, los fantasmas de los artesanos desfilan por las noches, tratando de cobrar los barcos que entregaron.

 

Pisístrato

 

Para colmo del padre de la democracia, sus reformas lejos de llevar a Atenas a la misma, la condujeron a la tiranía de Pisístrato que gobernó casi 30 años dejando en el poder a sus hijos Hipias e Hiparco, conocidos por la historia como los pisistrátidas.

 

Asesinato de Hiparco y los pisistrátidas

 

Cuyos abusos terminaron en una rebelión popular, que acabó con la tiranía y estableció la democracia deliberativa.

Hiparco fue asesinado. Hipias regresó a Atenas veinte años después de haber sido depuesto, pero al frente de un batallón de soldados persas para invadirla, y allí halló la muerte al poco tiempo de Marathón.

 

Hipias combatiendo junto a los persas en Marathon

 

Solón también era poeta. Y definió en una elegía a la justicia como un poder de origen divino que se presenta como un orden natural, comparando su dinámica con la del mar: “El mar es revuelto por los vientos; mientras alguien no lo mueva, es la más justa de todas las cosas”.

Y esto me recuerda otra vieja frase hecha: no hagan olas. Solón murió cinco años después de haber asumido. Sus amigos se encargaron de celebrarlo y escribir su leyenda.

 

Esculturas de Platón y Atenea, en la entrada de la Academia en Atenas

 

Platón, casi un siglo después, aristócrata hasta en su nombre, porque se llamaba Aristocles, lo consagró en su Diálogo “Protágoras”.

 

 

¿Qué nos enseña esto? Varias cosas. Que la historia es un relato que no depende de ganadores sino de bardos, juglares, escritores y narradores. Que no la escriben los que ganan, sino los mejores comunicadores.

 

 

El famosos Ruy Díaz de Vivar, no era un héroe sino un mercenario. Que alquiló su espada al mejor postor, tanto a moros como a cristianos, amasando una fortuna.

En tierras, siervos que las trabajaban para él y su familia, piedras preciosas, oro y plata. No vaciló en traicionar tanto a Reyes y Condes, como a Califas.

 

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Sin embargo el Cantar del Mío Cid, hecho por juglares contratados por sus herederos, para narrar los relatos de sus hazañas de taberna en taberna, lo inmortalizó como un héroe.

Y fundamentalmente que el demos, pueblo y el kratos, poder, no siempre son garantía de democracia. Porque la democracia deliberativa, no se puede aplicar en todos los casos.

 

EL RESTAURANTE NO ES UNA ASAMBLEA DEMOCRÁTICA

 

 

A pesar de haber nacido como consecuencia de la Revolución Francesa, el restaurante no puede ser nunca una democracia griega. O lo que es peor, una organización en la que se huela el vacío de poder.

La familia tampoco puede ser una asamblea. Los padres por más que sean abiertos, escuchen a sus hijos, les den autoridad para tomar decisiones, jamás, hasta que sean mayores de edad, pueden delegar su responsabilidad. Ni jurídicamente, ni en la práctica.

 

 

En un restaurante ocurre lo mismo. El dueño es el responsable de todo lo que ocurre y no puede hacerse el desentendido.

Puede delegar y debe hacerlo. Pero eso no significa desconocer hasta el último detalle de lo que ocurre en el establecimiento.

 

 

Desde las compras hasta la elaboración de cada plato. La atención de todos y cada uno de los comensales. Y la solución de los problemas que se presentan en el día a día.

 

 

Además debe estar actualizado sin excusas. Hoy por más que tenga a edad que tenga, no puede darse el lujo de ser un analfabeto digital, aunque pueda pagar diez communities managers para que le manejen las redes sociales.

 

 

La opinión de los clientes, es el capital simbólico más importante con que cuenta y no puede eludir esa responsabilidad. Como tampoco desconocer por completo de cocina y de vinos, si no es el chef o el responsable de la elección de los vinos.

 

 

Tener un restaurante no es para cualquiera. Se necesita pasión, vocación, hospitalidad, capacidad de conducción y sacrificio.

 

 

Pero además, hay que estudiar todos los días. Escuchar a todos y aprender de todos. Pero las decisiones, en último término, son indelegables.

 

 

Porque a un restaurante, queridos lectores, lo peor que le puede pasar, es tener al frente alguien que no esté dispuesto a asumir la responsabilidad de tomar las decisiones.

 

 

Porque el Chapulín Colorado, no va a venir a rescatar a los pobres comensales que van a pagar las consecuencias de su mala gestión al frente del negocio.

 

 

Hasta el próximo domingo.

 

 

Emilio R. Moya

 

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

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